Toma de la Bastilla. |
Sin embargo, las condiciones sociales permitieron la
distinción educativa de una pequeña parte de las mujeres, por lo que “siempre
ha existido una pequeña minoría de mujeres privilegiadas, por lo general
pertenecientes a la élite dirigente, que han tenido acceso al mismo tipo de
educación que sus hermanos.De entre sus filas han salido las intelectuales,
las pensadoras, las escritoras, las artistas. Son ellas quienes en toda la
historia nos han podido dar una perspectiva femenina, una alternativa al
pensamiento androcéntrico. Han pagado un precio muy alto por ello y lo han
hecho con enormes dificultades. Estas mujeres, que fueron admitidas en el
centro de la actividad intelectual de su época y en especial de los últimos
cien años, han tenido antes que aprender «a pensar como hombres». Durante el
proceso, muchas de ellas asumieron tanto esa enseñanza que perdieron la capacidad
de concebir alternativas.” (Lerner, 1985: 324)
En esta situación, al
estallar la revolución francesa conjuntamente con la lucha social y política, se
visibilizan públicamente reconocidas intelectuales mujeres demandando igualdad
de derechos. Una de su más connotada
precursora fue Olympe de Gouges, de nombre verdadero Marie Gouze, escritora, dramaturga
que en 1791 reescribió y proclamo “La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”
parodiando enteramente “La Declaración
de los Derechos del hombre y del Ciudadano” de 1789, que establecía los derechos
fundamentales de los ciudadanos franceses y de todos los hombres sin
excepción, ignorando la condición de las mujeres o la esclavitud. Olympe, en
vida enfrento valientemente la misoginia de la época, siendo despreciada y
burlada a lo largo del siglo XIX, donde
gran parte de la intelectualidad francesa le negó su posición como ideóloga
revolucionaria. Murió en la guillotina defendiendo sus ideas y su obra cayó en
el olvido oficial, ella perenniza su protesta con las siguientes palabras:
Hombre, ¿Eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta. Por una
rendija se había colado, imperceptiblemente por primera vez, la entrada de la
mujer en la historia universal de los derechos humanos reclamando igualdad.
La Revolución Francesa significo represión social y política para las mujeres, prohibiendo su presencia en cualquier tipo de actividad política “¿Cuál era su falta? La prensa revolucionaria de la época lo explica muy claramente: habían transgredido las leyes de la naturaleza abjurando su destino de madres y esposas, queriendo ser "hombres de Estado". El nuevo código civil napoleónico, cuya extraordinaria influencia ha llegado prácticamente a nuestros días, se encargaría de plasmar legalmente dicha "ley natural."(De Miguel, 2011:11)
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